Leído: La Dama Azul, de Javier Sierra.


El autor de Teruel se ha especializado en novelar historias de asuntos de los llamados “mistéricos”, en los que los elementos sobrenaturales tienen mucho que ver. Las leyendas populares, la sabiduría de los pueblos sobre determinados asuntos que nos parecen extraños y lejanos, son el arco argumental sobre los que Sierra establece la ficción que presenta en sus novelas.
Si en La Cena Secreta fue la creación del mítico mural de La Última Cena de Da Vinci, en La Dama Azul se recrea con la historia de una mística española del Siglo de Oro español.
Esta monja, María Jesús de Ágreda, fue considerada como la responsable de la evangelización de miles de nativos americanos durante varios años, ya que se les aparecía y les informaba de donde estaban los frailes evangelizadores y cual era la actitud que tenían que tener con ellos.
La novela tiene varios hilos argumentales, y ahí es donde se aprecia la maestría del turolense para ir uniéndolas todas ellas y haciéndola confluir en un único final, abierto y muy revelador acerca de las intenciones del autor.
Poco se puede contar de la trama sin destriparla del todo y haciéndole perder la gracia.
Por un lado, nos encontramos con las peripecias de un reportero del “misterio”, claro trasunto del propio Sierra, que se “conducido” hacia la historia de la monja; una estadounidense relacionada con cierta agencia secreta americana que sueña con lo sucedido en el siglo XVII y una historia en la que un cura italiano se ve inmerso en una conspiración de extraños sucesos y muertes.
Al final, la historia va abriéndose camino y todo culmina en un único punto, que deja mucho a la imaginación del lector y que no defraudará a los que no quieren un final mascadito y demasiado explicado.
En la trama, vamos conociendo datos que nos sitúan en los secretos vaticanos, que no se han podido demostrar, pero que por ahí, en la prensa “seria” han salido de vez en cuando (como el tema este de la “cronovisión”) y que se integran muy bien con lo propuesto por Sierra.
Un buen libro, de fácil lectura, sin demasiadas pretensiones (la Cena Secreta es bastante superior, por ejemplo), pero que no resulta una mala opción para pasar una semanita (o menos) sumergido en conspiraciones eclesiásticas con mucho más sentido que las propuestas por “otros”.
Un saludín

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