Leído: Diario de un zombi, de Sergi Llauger

Sí, el Septiembre Zombi ha llegado a su fin, y lo ha hecho, justo a tiempo, con Diario de un Zombi, otro de los libros de la Línea Z de Dolmen que me he propuesto leer durante el mes.
Sergi Llauger ha escrito un libro que me enganchó casi desde la primera página, porque me encontré en él otra de esas cada vez más comunes "vueltas de tuerca" que tanto abundan ahora en los libros del género.
No se trataba del relato de un grupo de supervivientes, ni de la enemistad entre dos de ellos, como ha ocurrido en los fascinantes libros que leí antes. No, esta vez, el protagonista es Erico, un zombi.
Un zombi atípico, vale, pero zombi al fin y al cabo.
La novela nos sitúa en Barcelona, unas semanas después de la Hecatombe Zombi de turno, y su protagonista resulta ser un joven de 23 años, italiano, que ha sido convertido, pero poco.
Me explico. Erico se encuentra con que está muerto, pudriéndose y sufriendo todos los tópicos que suelen sufrir los muertos vivientes pero... él razona.
Es decir, su mente no ha sucumbido a la terrible plaga, como sí lo hizo su cuerpo. Sigue siendo el mismo, la misma persona que antes de morir, y eso da al autor toda una pizarra en blanco para sorprendernos con sus andanzas.
En el camino de un zombi consciente, sus congéneres son poco más que carne andante. Pero los humanos tampoco despiertan en él demasiada compasión. Esa dualidad es la que permite avanzar a la trama, sin elementos discordantes con su nueva condición, y nos da opción a ver  la película desde el otro ángulo, el que no suele verse.
Un zombi es un zombi, y ya está. Se mueve, come, vomita, se corrompe y finalmente, desaparece en el polvo. Pero ¿y si puede disfrutar de una buena película, de la música, de un libro?
¿Y si, además, se encontrara con humanos que le toleraran y les sirviera de guía en su escapada de la gran ciudad?
Los sentimientos de Erico son los que en realidad dominan la novela, y no, como en otras, la acción pura y dura. Él sabe lo que es, lo que son sus acompañantes y qué debe hacer, y eso da una fuerza tremenda a una historia que habla de superación de la trampa más terrible: mantenerse firme, con unos valores, mientras todo (incluso tú mismo) se va al garete.
La redención de Erico no es la presencia de Paula, sino el propio acto de acompañarla, lo que le hace ser humano, aunque lo que tiene de eso se va pudriendo con el paso de los días.
Y claro, aventuras, humor negro, peligros y entretenimiento, que es lo que Uno busca cuando acomete la lectura de una buena novela.
Y ahora, a por el octubre zombi...

Un saludín

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