Series que me atrapan: Misfits

Hace unos cuantos años, la televisión americana nos salió con una serie de gente normal que, de repente, tenía superpoderes y se metía en bastante berenjenales. Nos pareció muy interesante, y la verdad es que la trama de esa primera temporada de Heroes me encantó.
Después llegó la segunda, y la excusa para la caída en picado de la calidad de los guiones fue la huelga de quienes los escribían. Daba igual.
Por un lado, el mal ya estaba hecho. La televisión se abría al mundo de los personajes superpoderosos y a sus problemas, que iban desde no poder pagar el alquiler hasta un malo que los iba matando a todos, poco a poco y sin escrúpulos (er... ¿de qué me suena?).
Por el otro, bueno, ya sabemos como acabó Heroes...
Hoy es fácil encontrar una serie de este tipo (la correcta No Ordinary Family, por ejemplo, otro tópico hecho serie. ¿Adivinas cual?), y cada vez se estrujan menos la cabeza a la hora de dar un origen y significado a estos poderes.
Pero hete aquí que la idea ha cruzado el charco y ha llegado hasta la vieja Europa, donde todo se tiñe con otro color.
No, no hablo de la serie de Antena 3. Eso es otra cosa.
Hablo de Misfits, una producción de la británica E4 que nos presenta a un grupo de jóvenes que obtienen sus poderes de manera misteriosa y se meten en problemas. Bueno, realmente, ellos son el problema.
Son un grupo de jóvenes problemáticos, de la Inglaterra más suburbial y marginal. Chicos y chicas normales, con sus vidas llenas de miserias y sin demasiadas esperanzas en arreglarla.
Y en medio de todo, cuando están cumpliendo con un servicio comunitario, reciben sus dones y acaban matando (en defensa propia) a alguien. Y todo se encabrita y los tira de nuevo de la silla, dejándolos en medio de algo que no entienden y con demasiadas incógnitas por resolver.
Los personajes son, no sólo creíbles, sino que acaban siendo entrañables. Son ese tipo de registro que sólo ves en las series británicas, unos personajes que se van de los estereotipos a los que estamos acostumbrados y que juegan con el espectador a ser reales.
Sí, es una serie de televisión y los carácteres están modificados, exagerados, pero sin pasarse. Son gente de la calle y hacen cosas que hace la gente de la calle.
Y no resulta difícil, si no verse reflejado en ellos, por lo menos, sí comprenderles.
Nathan, que no tiene poder perceptible, hasta que termina la primera temporada; Alisha, la provocadora que vuelve loco de pasión a quien la toca; Curtis, la estrella del deporte cazada en un desliz y que puede retroceder en el tiempo; Kelly, follonera y altiva, que puede leer la mente y Simon, a quien la invisibilidad no le supone un problema, porque ya pasa desapercibido para todos. Todos ellos nos llevan por un argumento en el que las relaciones personales entre ellos y con su entorno es brutal y divertida.
Cada uno tiene su personalidad bien definida y disfrutamos con sus desventuras.
La primera temporada tiene seis episodios, que disfruté en tres sesiones, mientras que la segunda comenzó hace solo dos semanas y me ha dejado boquiabierto. Es todavía mejor que la anterior.
Se multiplican los misterios, crecen y cambian los poderes y todo se lía un poquito más.
Fantástico, ¿no?
Un saludín

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